Cuento de Mora Marabi
Abrí los ojos y vi luz entrando por mi ventana. Era la mañana. Me di vuelta y vi a mamá, que siempre venía a despertarme. Me levanté de mi cama que estaba en una esquina de mi habitación para ir a la escuela. Justo al lado de mi cama estaba el escritorio donde hacía la tarea y del otro lado estaba el mueble donde guardaba mi ropa. Fui a la ventana y la abrí para saber si hacía frío o calor. Hacía frío, así que agarré ropa de invierno y me vestí.
Fui al baño para lavarme los dientes y encontré mi problema de todas las mañanas: el lavatorio alto y el espejo todavía más. Así que me subí a la tapa del inodoro, que estaba en frente, para verme en el espejo. Me subí con cuidado para no caerme en la bañera que estaba a la izquierda y agarré mi dentífrico con sabor a frutilla. Terminé de lavarme los dientes y fui a la cocina para desayunar. Mamá me sirvió una chocolatada y yo agarré una tostada ¿hay mermelada o dulce de leche? Le pregunté. Como respuesta dejó el pote de dulce de leche en frente mío y me sonrió. Le sonreí de vuelta y comí mi desayuno. Cuando lo terminé, agarré mi mochila y salí con mamá al colegio.
Caminamos por las calles de asfalto y observaba los árboles grandes y altos del otro lado de la vereda hasta que vi la enorme puerta verde de la escuela. Esa puerta me hacía acordar a una vez que mamá me preguntó cuál era mi momento preferido del colegio y dije que el recreo porque me gusta más el patio, que era muy grande y con muchas plantas. Ahí podía hablar sin que la maestra me retara. Mamá se rio de mi respuesta y aunque no entendía por qué, me reí con ella. Me despedí de mamá y entré a la escuela. Fui al fondo del pasillo en donde estaba mi aula, entré y saludé a mi maestra. Ella no era tan alta como las demás y eso me llamaba la atención, como su pelo rojo. Fui al fondo del aula y me senté en mi banco, justo atrás del primo de mi mejor amigo Iván. Eso me hizo notar que él no estaba ¿en dónde está Iván? Le pregunté al primo, que me contestó que no sabía nada de él desde ayer. Bueno, quizás estaba enfermo. La escuela fue divertida, como siempre. Salí, saludé a mamá y volvimos caminando a casa. Hice la tarea hasta que cenamos, después me acosté y me dormí.
Al otro día me levantó mamá, me vestí, me lavé los dientes, desayuné y fui a la escuela. Cuando entré al aula, saludé a la maestra y fui a mi banco. Hoy tampoco estaba Iván, así que pensé en llamarlo esa tarde. Tocó el timbre, salí y saludé a mamá como todas las tardes. Cuando llegamos llamé a Iván como había pensado esa tarde, pero nadie contestó. Quizás estaban todos durmiendo. Como siempre, hice la tarea, cenamos y me fui a dormir.
A la mañana siguiente me levantó mi mamá, me vestí, me lavé los dientes, desayuné y fui a la escuela, como ya era costumbre. Entré al aula, saludé a la maestra y fui a mi banco. Descubrí que hoy tampoco estaba Iván. Pero antes de que pudiera preguntarle de nuevo a su primo, la maestra dijo, con una voz un poco rara: -Chicos… quería decirles que Iván no va a venir más a la escuela. Él se… cambió.”
¿Iván se había cambiado de escuela y no me había dicho? No podía ser… tenía que ir a su casa.
Tocó el timbre de salida y saludé a mamá. Apenas llegamos a casa le dije que iba a jugar a la casa de un amigo que vivía cerca y ella aceptó, con la condición de que vuelva temprano. Salí de casa y fui corriendo a la casa de Iván. Su casa se veía… diferente. Toqué el timbre, pero nadie abrió la puerta. La casa parecía estar vacía… ¿también se había mudado y no me había dicho nada? No podía creerlo, era imposible. Volví a casa muy triste, pero cuando llegué se me ocurrió preguntarle a mamá. Me dijo que estaba enfermo, como pensé ayer. Pero eso no fue lo que dijo la maestra… ¿qué estaba pasando?
Esa noche vinieron unos amigos de mamá después de cenar y ella me había dicho que vaya a dormir, pero me daba mucha curiosidad esa reunión. Así que me escondí atrás de una pared pegada al comedor, donde estaban todos. No entendía nada de lo que hablaban, pero escuché cosas relacionadas con Iván. Decían que sus papás eran “comunistas” y que lo que había pasado era una tragedia, pero… no entendía ¿qué tragedia?
A partir de esa noche todo se puso muy raro.- Las maestras no sonreían tanto como antes, cada un par de días dejaban de ir chicos a la escuela sin razón. No vi más a Iván, a veces, veía pasar autos raros por la calle. Todo estaba muy…gris.
Unos días después mamá me dijo lo más loco que había escuchado. Me dijo que guarde toda la ropa que podía en una mochila, que nos íbamos. Le pregunté muchas veces a dónde o por cuánto tiempo, pero no respondió nada. Solo me ayudó a armar mi mochila y después hizo la suya. Esa madrugada me despertó y agarró nuestras mochilas. Afuera estaba uno de sus amigos con un auto. No podía parar de preguntar qué estaba pasando. Me subí a la parte de atrás, mamá fue adelante y arrancamos. Pasamos por la escuela y la casa abandonada de Iván, dejando todo atrás. Poco a poco dejábamos el barrio en el que había vivido toda mi vida atrás. ¿Qué iba a pasar con el colegio? ¿Cuándo íbamos a volver?¿Y si volvía Iván y yo no estaba?¿A dónde íbamos? Cada vez nos alejábamos más.
-Tengo miedo- le confesé a mamá después de un largo rato de silencio.
Ella se dio vuelta y me sonrió.
–Va a estar todo bien, Pablo.
Cuento escrito en la clase de Lengua y Literatura por Mora Marabi, 4º 1ª TM.
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