Un día
me olvidé de mirar el cielo,
me olvidé de hacer un fueguito,
me olvidé de compartir una oreja,
me olvidé de pisar la tierra,
de regarme,
de alimentarme,
me olvidé quien soy bajo las estrellas,
y me volví
un conjunto de huesos
bajo una piel verde
y una tos imparable:
tosía y tosía
y no podía parar de toser
porque toser era lo único importante.
Hasta que me acordé.
En
Nos vamos por las ramas
Alejandro Raymond // Rocío Quinteiro